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jueves, 28 de octubre de 2010

El dia de Ayer

Cuando se muere una persona pública, generalmente (y sin ponerme por fuera) tenemos dos reacciones: recién con el hecho trágico resaltamos las virtudes que las tuvimos siempre olvidadas, se puede beatificar al peor, llevar al altar a quien nunca apreciamos.
También nos sucede la situación antagónica: como si le debiéramos tributo eterno al clásico VideoMatch, nos tomamos todo en joda, como si fuere todo una mismísima “jodita para Tinelli”.

Pero no es todo, aparecen los contreras de siempre, los que buscan la quinta pata al gato, son los hijos y nietos de quienes despreciaron a Belgrano porque se dice fue homosexual, los que nunca van a leer “Las Bases” porque no vieron el título papel de Alberdi, los que tildan de vende patria a Sarmiento porque se exilió y son los mismos que solo recuerdan la campaña del desierto de Roca y ni siquiera saben de la ley 1420.

Estos personajes de los que te hablo, son la gente que confunde la hipocresía con el respeto, confunden a las Instituciones con las personas físicas; creen que el pluralismo es lo mismo que su opinión; y no pueden ni de casualidad distinguir el humor del mal gusto.

Son la patria heredera de Tinelli, los que se creen cool por la desfachatez.
Son la patria militante del fachobook, y opinólogos del BlackBerry.
Son los varios (miles) que festejaron una muerte.

Mi opinión sobre NK se puede leer en los post anteriores, no quería emitir ninguna. Solo transmitir lo que sentí y vi ayer en las redes sociales, y el respeto que observe anoche en la plaza de Intendencia con una Radio abierta que se organizó improvisadamente (también contarte que después llegaron agrupaciones y políticos de turno y se empezó con cánticos que no iban con el asunto)

¿Nunca se pusieron a pensar que si seguimos fomentando la cultura de tomarse todo a la joda, es lo mismo que Gobernadores, Intendentes, Presidentes, Diputados y Senadores nos tomen el pelo cuando le entregamos mandato popular?


jueves, 21 de octubre de 2010

Ambidiestro Vol. II

Esto de “decidite pibe, militas con el socialismo pero tu viejo te regalo un Rólex” ó “si defendés la libertad de prensa, culto, la propiedad privada, sos un liberalista acérrimo que defiende la desigualdad de oportunidades”. Me tiene tan casado que vamos a sacar el volumen II de Ambidiestro, que es vuestra comunión.

Hay muy poca bibliografía que trate sobre el tema; las dos campanas deben ser las mentiras más creídas del mundo, y las más defendidas también. Aunque hay cosas para compartir: al final del camino descubrimos que el capitalismo en pos de la libertad despreció la justicia, creando las mayores desigualdades sociales jamás vividas; y su primo hermano, el comunismo en pos de la justicia llegó a pisotear tanto la libertad que cualquier parecido con algún totalitarismo de ultra derecha no es mera coincidencia.

Charlando con un amigo que milita en el P.S se le escapó su desprecio hacia las fuerzas policiales, y contó con naturalidad que varios compañeros suyos desean (no se si lo piensan) eliminarlos a todos. ¿Qué diferencia existe con tanto facho suelto que tenemos en la T.V ó que tuvimos al poder y deseaban (hicieron) lo mismo para lo chicos que se dejen la barba y leen Marx?

Visto desde lejos, la tan real “explotación del hombre por el hombre” es totalmente compatible con la tiranía de 10, 20 ó 100 déspotas que en nombre del pueblo crearon una revolución (burocracia) tan injusta y miserable que terminó siendo la misma dictadura que la de sus antecesores, con otro rótulo.

Todo esto no es para caer en un nihilismo estúpido sino todo lo contrario, ver que el agua y el aceite pueden ser ambas buenas para la salud: la distribución progresiva de la riqueza no significa ser populista, puede encajar y coordinarse con el respeto a la propiedad privada.
Lograr una verdadera seguridad jurídica puede atraer a nuevos capitales a invertir y producir, lo cual es perfectamente compatible con volcar al sistema productivo a la inmensa cantidad de personas que hoy en día son ayudadas por distintos subsidios del Estado (el asistencialismo es un parche necesario, pero si se vuelve eterno, solo condenamos a vivir de la limosna y al servicio del clientelismo político a toda esa parte de nuestra población)

Fortalecer el país y sus instituciones deberían ser el norte de toda idea ó partido político, y no solamente llegar al poder, como actúan hoy en día todos los intermediarios entre el pueblo y el gobierno. La semana pasada festejamos que la mayoría de la gente defiende políticamente ciertos hechos o asuntos; esto no quiere decir cegarse ante una doctrina, sino todo lo contrario, defender desde un punto teórico ó político todo aquello que sea para el bienestar de la Nación, ya sea que viene del Partido Obrero o del Partido Conservador.

Cada día me convenzo más de que se puede ser elitista tanto de derecho como de izquierda.
Se puede ser progresista a los 80 años como retrógrado a los 20. Se puede ser corrupto aun habiéndose graduado en las mejores universidades ó criado en cuna de oro, como también lo puede ser aquel que de tanto pelearla y pelarla en circunstancias adversas llegó a la cumbre del poder por merito propio.

En fin, podemos ser aristócratas y pordioseros al mismo tiempo, nadie por arriba, nadie por abajo (entiéndase la metáfora), y en cuestiones políticas yo personalmente me puedo ir a la ultra izquierda si de defender los recursos naturales se trata, como en cinco segundos estar a la derecha si hablamos del respeto a la libertad ó propiedad privada.

¿Algo para agregar curioso lector?


jueves, 14 de octubre de 2010

Tiempos Políticos

Alumnos toman los colegios, se responde a que se “politizó” el asunto.
El Senado debate el 82% móvil para jubilados, se contesta que se "politizó" el tema y no se puede debatir.
Argentina no extradita a Aplabaza y todo el mundo opina sobre la "politización" de la cuestión.
Si hasta las últimas declaraciones de Diego Maradona y sus apariciones públicas (en Casa rosada incluida) se decían eran una jugada política para devolver al 10 a su cargo de entrenador y que sea la cara visible de la Copa América 2011.

Pregunto: ¿Esta mal “politizar” nuestros temas cotidianos? Tomar una postura política respecto a hechos y actos ¿Es para descalificar?

En los libros se nos enseñó que toda acción es política, que en todo trasfondo siempre existiría una cuota de ideología propia de cada actor social.
Es imposible ser Apolítico o peor aún; no tener arraigadas ideas, concepciones y modos de ver y actuar en nuestra sociedad, les entregaría en bandeja a los gobernantes de turno un pueblo fácil de oprimir y llevar por el sendero que más convenga. “Hombre Masa” diría Ortega y Gasset.

Hace mucho hubo una generación idealista, comprometida e intelectual; y se la eliminó con balas (error también de dicha generación que mediante la militarización y desprecio por los métodos democráticos quiso arribar al poder).
Después vino el boludeo total: Miami, sushi con champagne, las piernas de Maria Julia, el “Deme dos” y demás prácticas y costumbres que nos dejaron en el fondo del mar.

Les guste o no a la mayoría de la gente, con este segundo gobierno kirchnerista (más allá del color partidario) hemos vuelto a discutir sobre política, se ha vuelto nuevamente a un debate ideológico, la polémica se centra en el proyecto de país que queremos.
Todos toman posición respecto a la agenda pública.
Creo que es sano, al fin y al cabo las contradicciones son el motor de la humanidad escribió no recuerdo quien. Tampoco estoy de acuerdo con aquellas posturas fundamentalistas que se ciegan a causa de doctrinas y terminan desconociendo los hechos y la realidad, pero si es saludable que volvamos a conversar políticamente sobre intereses de todos.

Se nota mucho este momento de “politización”, en los bares, reuniones familiares, en la facultad, en la radio y televisión y hasta en nuestro nunca bien ponderado Congreso de la Nación (no recuerdo en el corto plazo, sesiones como la de la resolución 125 ó como las de la ley de medios audiovisuales). No esta mal. Así es más difícil que nos cambien espejos por oro.


martes, 5 de octubre de 2010

Caso Ecuador

Todavía no sabemos si lo sucedido en Ecuador ésta semana fue un frustrado golpe de estado, una situación de anarquía en las fuerzas policiales sin ningún tipo de conspiración política ó una exageración del Gobierno Ecuatoriano para salir bien parado. Si hemos visto las reacciones, tanto de Mandatarios como de ciudadanos de todo el continente: ganó ampliamente la democracia y el respeto al orden constituido.

Sorprendió la agilidad con que los Presidentes americanos se reunieron y repudiaron juntos la sublevación en Quito, demostrando integración regional y gran cooperación ante los fantasmas de la inestabilidad política tan propia de nuestras tierras. Podría sentarse un precedente en cuanto a forma de actuar ante hechos como éste, un Gobierno sin reconocimiento por sus pares, sin poder comercializar con sus vecinos y con sus fronteras cerradas, no tendría más salida que convocar a elecciones y que el pueblo soberano elija sus autoridades.

En las calles y redes sociales también se hizo sentir el apoyo hacia la institucionalidad, más allá de ideologías ó estar de acuerdo o no con la política desarrollada por Correa. La consigna fue clara: nadie quiere saber nada sobre derrocamientos a Gobiernos constitucionales.

Es que un grupo de personas que toma el poder por la fuerza y sin respetar la ley, puede hacer con nuestros derechos y garantías lo mismo, es decir, avasallarlos y aniquilarlos sin ningún impedimento.

Todos conocemos la triste historia Latinoamérica de arribar al poder por vías de hecho, sus consecuencias se proyectaron hasta nuestros días (juicios, apropiaciones ilegales). A una generación entera le cuesta olvidarse y aún seguimos hablando sobre aquellos años, basta abrir cualquier diario Argentino y sin excepción, alguna línea nombrará a los “setenta”.

Muchos tuvimos la suerte de nacer, crecer, estudiar y formarnos en democracia, creo que en Argentina esta muy fortalecida, hemos madurado mucho en ese sentido; pero ésta es insipiente en nuestro continente, sobre todo en los países menos desarrollados, recordamos lo sucedido en Honduras, y hasta el mismo Ecuador desde el año 96 a la fecha ha tenido 10 presidentes (2 militares incluidos).

Los gobiernos y gobernantes salen del pueblo, son su reflejo, la sociedad los engendra y los elige. Con el sufragio otorgamos y quitamos al mismo tiempo el poder, pero a veces no alcanza, se requiere participación ciudadana en las vida pública, ya sea para controlar ó para ser parte activa de la misma; se necesita el respeto mutuo entre las plurales voces políticas, se tiene que creer y confiar en las instituciones, con sus tiempos y modos.
De ese modo construiremos y consolidaremos nuestra Democracia.